04 septiembre, 2012

La dictadura del cupcake


Dentro de dos semanas es mi cumpleaños, y lo voy a celebrar con una torta, no con una “cake”; de la misma manera que hoy de postre me voy a tomar un trozo de torta de queso, y no una “cheesecake”. Más allá de esta (a veces insoportable) confusión lingüística entre dos idiomas que ni siquiera están emparentados, y sea cual sea el significado de esta aparente obsesión en referirse a ciertos objetos con su palabra en inglés (o peor aún, en francés) cuando tienen palabras que los definen en castellano, me gustaría centrarme en el concepto CUPCAKE e INSTAGRAM como símbolo de la decadencia cultural moderna.



Porque sí, la cultura ya no es lo que era. Ahora ya no se va al Prado o al MALI, ni siquiera a ver la exposición de Hopper al Thyssen: ahora el verdadero arte tal como es socialmente aceptado (a las pruebas de mi muro de inicio de Facebook me remito) es el TUMBLR.  Cualquier pantalla de inicio de cualquier red social ahora aparece lleno de fotos de Instagram; todas ellas con ese toque oldie en plan cualquier pasado fue mejor y por eso yo soy vintage, (vintage en plan 60s meets Internet meets Starbucks meets Apple meets Asia, nada de vintage en plan comuna hippie obvio). Pero hete aquí que verdaderas fotografías de calidad, esas de muy vez en cuando son enlazadas ("soy muy artie pero los museos me dan un poco de alergia y no están conectados con la nueva manera de entender el arte"-way of thinking).Y tampoco hace falta irse muy lejos ,oye, cualquiera de cualquier libro de Taschen de esos que adornan cualquier casa vintage que se precie nos vale. Pero Instagram como sinónimo de “coolerismo” y calidad fotográfica, eso si que no.

 A tal propósito tengo una anécdota, tan real como la vida misma, muy graciosa (graciosa para mi y mis amigos claro, no para los sufridos protagonistas): Estábamos tan tranquilos mis amigos y yo en Cascais, que es una localidad muy bonita con unos acantilados preciosos a las afueras de Lisboa, y de esto que aparece el tipo grupo de 3 “chicas Instagram” y claro, ¿cómo van a desaprovechar una postal tan bonita que desde luego ameritaba una foto de perfil de Facebook sacada con el Instagram? ¿Cómo van a privar al mundo de su  pose de perfil mirando al horizonte Atlántico cual “Pensador” de Rodin, pero en versión actualizada y “cupcakeizada”? Pero claro, no todo iba a ser felicidad en el mundo del cupcake y la piruleta. Muy divas ellas, una sacó su Ipad para proceder al despropósito creativo (si, lo han leído bien, hemos pasado de sacar fotos con la blackberry/iphone a sacarlas con el Ipad que por si no lo saben tiene el muy cómodo tamaño de 30x17 cm). Y bueno, todo el que haya intentado sacar una foto (o pic) con el Ipad es consciente de los malabarismos que hay que hacer para conjugar sostener el Ipad con las dos manos para que no salga movida la foto y a la vez apretar el botón central al que no se suele llegar fácilmente con los dedos. Bueno, como podrán suponer si han leído hasta aquí, la chica Instagram en cuestión no tenía muy perfeccionada esta técnica, pero el sentimiento “cupcake” de NO SIN MI IPAD pudo más, y sucedió el drama: a uno de estos intentos de sacar la foto Instagram perfecta, de tanto asomarse al barranco, de tanto intentar ser más vintage que cualquier otra foto disponible en esa ínclita red social; el Ipad acabó despeñándose por el barranco y sumiéndose en el fondo de las profundas aguas del Atlántico portugués. Ya ven ustedes, esa escena con tres chicas Instagram y el Océano Atlántico de protagonistas como alegoría del mundo "moderno" y de su final en el más profundo de los olvidos. MARAVILLOSO.

Y no piensen ustedes que yo no uso Tumblr, ni Instagram, ni que no tengo un Ipad, ni que no me encanta un buen Cupcake, ni que no tengo Pinterest. Pero hay que saber valorar las cosas en su justa medida, y no confundir lo contingente con lo necesario, ni lo que es verdadera cultura con lo que es mero entrenamiento. No es lo mismo leer a Coelho que leer a Camus, ni lo mismo escuchar a Beethoven que a Christina Aguilera, ni lo mismo Robert Capa que cualquier fotografía de un gato en el Instagram. Hay tiempo para todo, y momentos para todo, pero nunca está de más pararse un momento y pensar en si no estamos estamos confundiendo lo que son simples modas con la CULTURA en mayúsculas (la que sobrevive a los siglos) y  si en este camino no estamos cayendo en un completo ridículo. 

1 comentario:

  1. ¿Es esta tu analogía?
    Me duele
    Coelho:Camus
    Beethoven:Aguilera
    Ojalá nos disculpen y sepan entender las futuras generaciones. Pobre Atlántico por cierto, pero no puedo evitar reírme cuando imagino la escena.

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