Dentro de dos semanas es mi cumpleaños, y lo
voy a celebrar con una torta, no con una “cake”; de la misma manera que hoy de
postre me voy a tomar un trozo de torta de queso, y no una “cheesecake”. Más
allá de esta (a veces insoportable) confusión lingüística entre dos idiomas que
ni siquiera están emparentados, y sea cual sea el significado de esta
aparente obsesión en referirse a ciertos objetos con su palabra en inglés (o
peor aún, en francés) cuando tienen palabras que los definen en
castellano, me gustaría centrarme en el concepto CUPCAKE e INSTAGRAM como símbolo de la
decadencia cultural moderna.
Porque
sí, la cultura ya no es lo que era. Ahora ya no se va al Prado o al MALI, ni
siquiera a ver la exposición de Hopper al Thyssen: ahora el verdadero arte tal
como es socialmente aceptado (a las pruebas de mi muro de inicio de Facebook me
remito) es el TUMBLR. Cualquier pantalla
de inicio de cualquier red social ahora aparece lleno de fotos de Instagram;
todas ellas con ese toque oldie en plan cualquier pasado fue mejor y por eso yo
soy vintage, (vintage en plan 60s meets Internet meets Starbucks meets Apple
meets Asia, nada de vintage en plan comuna hippie obvio). Pero hete aquí que verdaderas fotografías de calidad, esas de muy vez en cuando son enlazadas ("soy muy artie pero los museos me dan un poco de alergia y no están conectados con la nueva manera de entender el arte"-way of thinking).Y tampoco hace falta irse muy lejos ,oye, cualquiera de cualquier libro de Taschen
de esos que adornan cualquier casa vintage que se precie nos vale. Pero
Instagram como sinónimo de “coolerismo” y calidad fotográfica, eso si que no.
A tal propósito tengo una anécdota, tan real
como la vida misma, muy graciosa (graciosa para mi y mis amigos claro, no para
los sufridos protagonistas): Estábamos tan tranquilos mis amigos y yo en
Cascais, que es una localidad muy bonita con unos acantilados preciosos a las
afueras de Lisboa, y de esto que aparece el tipo grupo de 3 “chicas Instagram”
y claro, ¿cómo van a desaprovechar una postal tan bonita que desde luego
ameritaba una foto de perfil de Facebook sacada con el Instagram? ¿Cómo van a
privar al mundo de su pose de perfil
mirando al horizonte Atlántico cual “Pensador” de Rodin, pero en versión
actualizada y “cupcakeizada”? Pero claro, no todo iba a ser felicidad en el
mundo del cupcake y la piruleta. Muy divas ellas, una sacó su Ipad para proceder al despropósito creativo (si, lo han
leído bien, hemos pasado de sacar fotos con la blackberry/iphone a sacarlas con
el Ipad que por si no lo saben tiene el muy cómodo tamaño de 30x17 cm). Y
bueno, todo el que haya intentado sacar una foto (o pic) con el Ipad es
consciente de los malabarismos que hay que hacer para conjugar sostener el Ipad
con las dos manos para que no salga movida la foto y a la vez apretar el botón central
al que no se suele llegar fácilmente con los dedos. Bueno, como podrán suponer
si han leído hasta aquí, la chica Instagram en cuestión no tenía muy
perfeccionada esta técnica, pero el sentimiento “cupcake” de NO SIN MI IPAD pudo
más, y sucedió el drama: a uno de estos intentos de sacar la foto Instagram
perfecta, de tanto asomarse al barranco, de tanto intentar ser más vintage que
cualquier otra foto disponible en esa ínclita red social; el Ipad acabó
despeñándose por el barranco y sumiéndose en el fondo de las profundas aguas del
Atlántico portugués. Ya ven ustedes, esa escena con tres chicas Instagram y el
Océano Atlántico de protagonistas como alegoría del mundo "moderno" y de su final en el más profundo de los olvidos.
MARAVILLOSO.
Y no
piensen ustedes que yo no uso Tumblr, ni Instagram, ni que no tengo un Ipad, ni
que no me encanta un buen Cupcake, ni que no tengo Pinterest. Pero hay que
saber valorar las cosas en su justa medida, y no confundir lo contingente con
lo necesario, ni lo que es verdadera cultura con lo que es mero entrenamiento.
No es lo mismo leer a Coelho que leer a Camus, ni lo mismo escuchar a
Beethoven que a Christina Aguilera, ni lo mismo Robert Capa que cualquier
fotografía de un gato en el Instagram. Hay tiempo para todo, y momentos para
todo, pero nunca está de más pararse un momento y pensar en si no estamos
estamos confundiendo lo que son simples modas con la CULTURA en mayúsculas (la
que sobrevive a los siglos) y si en este
camino no estamos cayendo en un completo ridículo.
¿Es esta tu analogía?
ResponderEliminarMe duele
Coelho:Camus
Beethoven:Aguilera
Ojalá nos disculpen y sepan entender las futuras generaciones. Pobre Atlántico por cierto, pero no puedo evitar reírme cuando imagino la escena.