02 febrero, 2012

COUNTDOWN




Aún recuerdo eso: un día, hace ya algunos años, de mañana, en pijama y con un largo día de no hacer nada por delante, mientras veíamos algún programa en Discovery o The Animal Planet, mi abuelo me dijo algo que no hubiera esperado: “Qué bonita negra es Beyoncé”. Viniendo de alguien que nació antes de la Segunda Guerra Mundial, y por tanto antes de que cualquier movimiento de reivindicación racial fuera tomado en serio, esa afirmación tenía incluso algo de político en ella.



La cosa es que, en realidad yo no estaba de acuerdo. Quizás haya estado influenciado por la retórica indie que recién empezaba a absorber, en la que grupos como Destiny's Child estaban vistos como el anticristo, la señal de todo lo malo con la música y su negocio. Quizás. Pero creo ahora, cuando me pongo a pensar en ello, que lo que en realidad no me gustaba de Beyoncé era lo agresivo de su sexualidad. Todo en la mujer olía a exceso, a fisicalidad, a carne, a producto. En el video de Crazy in Love incluso parece Shakira.

Desde entonces ahora, como todo lo realmente famoso, Beyoncé me pasó casi desapercibida, pero no realmente, como esos ruidos de fondos a los que no les prestas atención, pero que sabes que están ahí, y que conoces de memoria e incluso disfrutas. Single Ladies es una gran canción. Su cresta de cacatúa en el video, no.

Con solo dos meses de retraso – y esto es porque el vídeo fue lanzado en Octubre, justo a tiempo para mi temporada navideña de escuchar-todo-lo-que-me-dio-flojera-en-el-año – vi en Diciembre el vídeo de Countdown, canción a la que Mathew Perpetua ya le había echado flores, pero a la que yo no le presté realmente atención por estar pendientes de cosas realmente importantes. Como mi ombligo.

Pero ahora ya vi el video. Y lo volví a ver. Y lo volví a ver. Y se lo pasé a todo aquel que tenía la mala suerte de conversar conmigo, y también a algunos que no tenían nada de ganas de conversar conmigo, pero que tenían que ver el vídeo, tenían que. Creo que mi abuelo se quedó corto. Beyoncé no es una negra bonita. Beyoncé es la mujer más hermosa que ha pisado este planeta. Si es que los humanos que repueblen esta roca luego del inevitable apocalipsis zombi no encuentran su estatua convertida en diosa de la fertilidad, será porque algo hicimos mal.

¿A cuenta de qué el cambio? Miren el video. Miren sus ojos brillar cuando finge caer en el segundo 11. La naturalidad con la que hace el ridículo cuando baila usando solo una camisa rosa, como si fuera una niña jugando a ser grande. La manera en que presume su voz cuando su risa se vuelve un guiño en el minuto 2:30. La mujer totalmente sexual que sabe ser, la diosa inalcanzable que quiere ser. Y ese segundo final, esa sonrisa que cualquiera sabrá que es reflejo de que en ese momento es ella lo más hermoso que cualquier persona podrá ver nunca en la vida: una mujer enamorada.




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